Soledad, Paz

Las orejitas de la chica bajaron y de un gracioso revote volvieron a subir con rapidez, en un solo movimiento curioso, pero su colita no se hondeaba como normalmente, completamente quieta e inanimada contra el suelo. Su rostro fino y pálido apenas se giró unos escasos grados en dirección al muchacho, aunque no lo suficiente para que él pudiera verle el rostro, sí lo más necesario para que de reojo ella pudiera notar lo que reposaba sobre la mesita de la estancia, volteándose de vuelta a la televisión sin interés alguno. En realidad, aún y sabiendo que aunque no era necesario bien podría utilizar aquello a su favor, no sentía deseos de hacerlo... Alan era un completo mata pasiones.

-... Luego lo veré, tengo buena memoria –afirmó con completa seguridad, aunque en el fondo no estuviera ni prestando atención al capitulo de Friends que estuvieran pasando por la tele; le parecía un programa burdo y aburrido, pero en algo tenía que intentar centrar su cabeza para no pensar de más–. Bastará que lo vea un par de veces para que lo aprenda todo.

Minutos pasaron con extrema lentitud y aburrimiento para la pobre pet, mientras su amo parecía concentrado en hacer síntesis y resúmenes de hechos históricos para su ingreso a la universidad. Sin embargo a medida que el tiempo pasaba, él podía notar cómo su piel se tornaba sensible, más caliente de una temperatura normal, afiebrada. Horas pasaron casi, cuando ya no pudo aguantar su propio vértigo producto de calor interno, y con un suspiro en forma de queja, cerró todos los libros y cuadernos, disponiéndose a ir a recostarse un momento, mareado. Se rehusaba a creer que estuviera enfermo, pues se había bañado con agua tibia para evitar una gripe, pero todo indicaba que no había podido huir de ella.

Cuando Naomi miró a su alrededor, un rato después, ya no había nadie en la sala. Todo había sido abandonado con aparente apuro, pues ni siquiera se encontraba guardado en la mochila, apenas se hallaba apilado en una esquina de la mesa ratona.

Escaleras arriba, en el cuarto de cama amplia, con luces apagadas, el muchacho yacía recostado boca arriba, descansando su vista de la luz. Maldijo inevitablemente por su suerte, pero eso no ayudó a que su estado físico mejorara mágicamente. De hecho parecía ir empeorando, con su dificultad para respirar adecuadamente, y ese rubor en sus mejías que indicaba un calor poco usual. Sin saber cuándo o como, cayó presa de un profundo sueño, sin desvestirse siquiera. Nada más su camisa un poco desabrochada, y su calzado junto a la cama, era todo lo que había podido hacer para estarse más a gusto; el resto de sus prendas estaban sobre su cuerpo. La oscuridad en la habitación inducía a un estado de inconsciencia profunda e inmediata, casi psicológico, para una persona tan susceptible como lo era Alan.

Pronto lo vio, el cuerpo terso y suave de su reciente mascota, allí, cubierto apenas con una tela banca entallada al cuerpo… no comprendía muy bien por qué veía aquellas imágenes. Quizás se trataba de un sueño. Pero no podía pensar muy bien con aquel mareo. Solo podía ver el fondo negro, y la figura de la chica rubia, con esas inocentes orejitas, sobre él, tan cerca…. le hacía arder la piel, y no sabía en específico por qué era, si por el escote de la ropa, el aroma emanando de su piel pálida, o la fiebre. Sentía tan reales los besos sobre su piel… ¿En qué momento, había quedado sin su camisa…?

Entreabrió los ojos en medio de la densa oscuridad, sintiéndose perdido.

”¿Era un sueño…?”