Recién llegados.

*Se giró en el piso,quedando boca abajo y luego apoyó sus codos en el suelo alfombrado para tomarse la cabeza entre las manos,sonriente.*
-Pues...es sorpresa,pero si en una de esas de manera completamente casual y subjetiva pasas por la cocina,date el trabajo de echar un vistazo a la despensa y al refrigerador.-
*Dijo siendo bastante obvia,mientras se ponía de pie,con algo de pereza.
Se acercó al escritorio de Seishiro,y sacó la billetera de él de su bolsillo,junto con unas boletas que sacó del otro bolsillo.Luego fue hasta donde Seishiro y besó su mejilla con ternura,más como quien besa a su mejor amigo que a quien ama,quizá para evitar altercados como el de la noche anterior,que aún hacía eco en su cabecita.*
-"Buenos días Aya"
"Buenos días Sei-kun"-
*Dijo con una mirada traviesa,antes de salir de la habitación de Seishiro e internarse en la suya,buscando una toalla para ir a ducharse.No bien la encontró,salió y volvió a asomarse a la puerta de Seishiro.*
-Voy y vengo,me molesta el sudor.-
*Soltó antes de partir al baño dando pequeños saltos.*

Por más que lo intentó, el suspiro frustrado del muchacho fue más que obvio, apenas se retiró la toalla dejándola caer sobre la cama y haciendo uso de toda su paciencia para no cerrar la puerta de su habitación de un portazo. ¡Esa niña era todo un caso! Que por alguna razón del destino, le había caído a él. Oh sí, bien decían que había que tener cuidado con lo que se deseaba, porque ahora él sí que iba a tener una vida entretenida y movida. ¡Horror!

Quizás hubiera sido más fácil elegir un pet hombre..., pero ya no había vuelta atrás.

-Veamos qué tanto me desfalcó... –susurró con ironía yendo a revisar su cartera, pues lo que más temía era la perdida de su dinero; ¡más cuando éste no crecía en los árboles! Se suponía que tenía que hacerlo rendir, y si bien tenía ahorros, si esa niña seguía con arranques como ése iba a tener serios problemas...

Ésa era la regla universal número uno; Jamás soltarle dinero a una mujer. Al parecer él iba a rememorarlo dolorosamente. Quizás tendría que comenzar esconder su dinero bajo llave de ahora en más..., sólo quizás...

Al final, decidió ignorarlo y dejarlo por la paz, terminando de vestirse con una camiseta sencilla de estampado y colocarse el calzado, sólo para hacer caso a su curiosidad e ir a investigar a la cocina para ver en qué había invertido su dinero aquella conejita. Se sorprendió apenas verlo. ¡Era demasiada comida! Bueno, demasiada sólo para él, porque ahora debía recordar que no vivía solo, sólo que... ¿rendiría, o terminaría echándosele a perder todo en la nevera por no terminárselo a tiempo...?

Ah, las fechas de lote eran todo un dilema.

*Mientras Seishiro se lamentaba,ella se relajaba sintiendo como el agua caía por su cuerpo,paral uego empezar a enjabonarse,tallarse y luego volver a quedar bajo la lluvia artificial que lo humanos habían aprendido a recrear desde una manguera,quedando limpia y bastante contenta,a diferencia de lo que estaba Seishiro en ese momento.
Salió de la ducha y se secó un poco,para luego cubrirse un poco con la misma toalla y salir del baño.Por algún azar del destino,se acercó a la cocina en lugar de su habitación y vió a Seishiro mirando algo incómodo las cantidades de comida,por lo que se acercó a el mirando las compras.*
-Todo lo perecible está contabilizado para al menos un mes,y las otras cosas como los fideos y el arroz las compre de a un poco más,para al menos no tener que comprar el mes siguiente;dicen que sale más barato comprar en cantidades más grandes.Los tomates los compré medio verdes,tardan más en descomponerse así;lo que si compre poco fue sal y harina,simplemente por la duda de si en realidad las usarías.
Ahora,quizá me excedí comprándote algunas botanas...-
*Dijo agachándose frente al mueble y abriendo una puertita en la parte inferior,de donde sacó una bolsa de papitas sabor chile y limón y se las enseñó a Seishiro.*
-...Si aún tienes dudas,puedes revisar las boletas...traté de usar sólo las monedas;según deduje,tienen menor valor que los papelitos.-
*Dijo guardando la bolsita de papitas y cerrando el mueble,para luego pararse junto a él y sonreirle.*

Nuevamente en las escasas horas que llevaba despierto aquella mañana, aquella conejita fue la razón de uno de sus suspiros, esta vez cansado. Al parecer tendría que comenzar a hacer costumbre a ello también. Pero se abstuvo, colocando una mano sobre la cabeza de la chica como si de una niña pequeña se tratara, y apenas contó mentalmente hasta diez intentando juntar un poco de paciencia que en ese instante le escaseaba.

-De acuerdo, estas serán unas de las primeras reglas del hogar que te pondré –buscó su mirada, reflejando cuán seria era la de él en aquel momento–. Primero; la próxima vez que tengas pensado salir quiero que como mínimo me des aviso o en su defecto si no te es posible avisarme, dejarme una nota para al menos estar enterado de a dónde fuiste o si vas a tardar. Segundo; que no se te vuelva a cruzar por la cabeza volver a tomar mi billetera, dinero o tarjeta de crédito sin antes pedírmela y que yo te autorice –afiló la mirada intensa sobre ella, molesta, y por segundos ella pudo sentir como si él pudiera atravesarla sólo con los ojos, casi literalmente comiéndosela con la mirada–. Y tercera... –sonrió de pronto, de forma extraña–, jamás andes semi desnuda por el departamento, a menos que no temas afrontar las consecuencias después... –musitó, con un tono casi amenazante, insinuante, y antes de que ella siquiera lo notara, la mano del joven ya yacía al borde de la toalla que la cubría, soltándola y dejándola caer directamente hasta sus pies, en el suelo.

*Simplemente se sonrojó y lanzó la toalla hacia arriba con el pie,agarrándola en el aire y volviendo a colocársela,mientras se golpeaba ligeramente las sienes,como haciendo memoria.*
-Está bien,me quedó claro Sei-kun...-
*Dijo volteándose camino a la puerta de la cocina,mientras el recuerdo de la noche anterior volvía a cobrar vida en su mente,haciéndola dudar de que diablos quería lograr Seishirocon todo eso.Lo miró desde la puerta.*
-Voy a ponerme algo de ropa,no ando con ánimos de "consecuencias" Seishiro.-
*Se fue caminando tranquila hasta su habitación,cerrando la puerta tras de sí,pensando que sería bonito que su vida no dependiera del sexo,y que pudiera llegar a esa instancia como las mujeres normales,enamorándose de alguien,que ese alguien le correspondiera y que se ganaran mutua confianza.*
-No funciona así para tí Aya,no para tí...-
*Se dijo en tono sarcástico,mirando la puerta mientras soñaba despierta con Seishiro entrando por ahí,diciéndole que la amaba.*

Ni siquiera alzó la ceja ya, llevándose una mano a la nuca para rascarse ahí distraídamente. Las mujeres eran rencorosas y se hacían las dolidas..., pero sólo cuando querían; y no, no era machista, sólo era sincero. Igual ya sabía que ese problema seguramente sólo se arreglaría hasta que él descubriera el meollo de todo, y con esa idea en la cabeza fue hasta el pasillo, recargándose de espaldas en la pared justo al lado de la puerta que ahora le pertenecía a Aya, donde de paso se cruzó de brazos.

Nunca había sido el mejor en esos casos, y por alguna razón, ahora tampoco tenía una visión positiva.

-... Oye –llamó suficientemente audible para ella, suspirando mentalmente, tampoco quería acceder al tema directamente, y alguna excusa debía encontrar–, no me dijiste qué se te antoja para desayunar...

Ah, sí, qué gran idea, se reprochó insultándose mentalmente.

*Sus orejas respondieron instantáneamente al sonido de la voz del chico,el cual deducía por la intensidad del sonido,estaba al otro lado de la puerta.Se acercó a esta y golpeó suavemente dos veces,por ningún motivo en especial,quizá para llamar su atención antes de hablarle o por alguna manía obsesiva.*
-De ahí te digo,tenía la idea de que pudieramos cocinar juntos...lo que me preocupa ahora es...-
*Se escuchó un silencio desde la habitación,y luego la voz de la conejita.*
-¿Tienes más ropa vieja? La última que me quedaba limpia la usé para ir a comprar,y está sudada...y tampoco pienso salir de aquí con la toalla,ya se lo que eso ocasiona.-
*Dijo con un tono entre juguetón y sarcástico,mientras se preguntaba por que no había salida murciélaga;tendría ecolocación y podría "oir" la expresión de Seishiro.*

“¿Fue al supermercado por comida y no se le ocurrió ir a comprarse unos cambios de ropa...?”, eso, de hecho, le hacía cuestionarse sobre la inteligencia de esa chica. Pero decidió que mejor ni le prestaba atención, las mujeres eran realmente especiales para comprarse ropa y accesorios y seguramente, de haber ido ella, lo hubiera dejado sin un cinco en la billetera.

-... Bien, espera a que te busque algo –susurró bajo, aunque ella pudiera escucharle a pesar de la puerta cerrada, y se encaminó sin más a la habitación, directo a hurgar en los cajones donde estaba la ropa que menos usaba.

Y con ella, la ropa que iba haciendo fila para la basura, o porque ya no le gustaba, o porque simplemente ya no le quedaba. Sólo por eso la adolescencia apestaba entre otras cosas; eran los chicos los que crecían a cada rato, y sabía que eso para él no terminaría en al menos un par de años más. Al final, terminó tomando otro par de camisetas, y otras prendas que notó no demasiado grandes o al menos del tamaño suficiente para que no se le cayeran a aquella conejita o le quedaran como carpas de circo. A él le gustaba usar ropa holgada, y ése era otro problema con su guardarropa.

Al terminar, tomó la pilita de ropa con las mudas que quizás, aunque luego le comprara ropa, ella podría usar de pijamas, y volvió a recargarse de espaldas contra la puerta de la habitación de la chica, tocando apenas dos veces con los nudillos.

-Servida señorita –avisó con cierta gracia, tendiendo las prendas para cuando ella abriera la puerta para tomarlas.

-Tal como había escuchado decirle a Seishiro lo esperó sentada en la cama mientras bajaba sus orejas frente a sus ojos,de manera alternada,así como un péndulo o un metrónomo doble que medía los segundos más que nada para matar el tiempo.
Esto la llevó a preguntarse que si el tiempo hacía que los ánimos se calmaran,los árboles florecieran y la gente se enamorara¿para qué alguien querría matarlo?o aún mejor...¿por qué todo el mundo quería matarlo?.
Cuando empezaba a cuestionarse demasiado literal toda la expresión en sí sintió dos golpes en su puerta,junto con el aviso de Seishiro,dándole a entender de que ya le había buscado algo de ropa.Abrió contenta la puerta y tomó con cuidado la ropa que le había llevado el chico;luego se paró en las puntas de sus pies y besó su mejilla.-
-Gracias caballero.-
*Soltó con ternura,para luego volver a entrar a la habitación,cerrando con el pie la puerta tras de sí.
Una vez cerrada la habitación,se tiró en su cama,aspirando la ropa de Seishiro en un estado de euforia pataleando y riendo bajito,ciertamente le gustaba su aroma...no olía a rosas precisamente,pero tenía algo especial.
Cuando al fin recordó que debía estar cambiándose,tomó unos shorts y una de las poleras de él que más larga le quedó,preferentemente sin mangas.Cuando ya estuvo vestida,salió de su habitación meneando las orejas de un lado a otro,mirando a Seishiro.*
-Ahora sí,vamos por el desayuno;esa comida no se va a hacer sola.-
*Dijo casi instantáneamente al tomarle la mano,llevándolo a la cocina,aparentemente feliz.*

“Al menos ya está de ánimos...”, se dijo apenas enmarcando una diminuta sonrisa, dejándose llevar sin replicar nada, aunque ella ni siquiera le hubiera respondido su cuestión inicial sobre qué desayunar.

Eso no era tan importante realmente, tenía en la cabeza otro conflicto de mayor prioridad para él.

-... Espera, ven un segundo –le llamó tras estrechar su mano y halarla de la misma para acercarla a su cuerpo, abrazándola suavemente contra su pecho con una mano rodeando sus hombros y la otra sosteniendo con cuidado su cabecita, sólo para que no fuera a huir de él antes de preguntarle–... ¿Vas a decirme, por qué te pusiste mal ayer a la noche?...

Talvez no fuera lo mejor acceder al tema tan directamente, pero entre más rápido se lo sacara de encima mejor, y entre ella más rápido le explicara y pudieran resolver el dilema, más tranquilos estarían ambos. Eso lo sabía, algunas mujeres tenían memoria de elefante para esos temas, y si había algo que detestaba, es que luego le sacaran en cara conflictos del pasado.

*Se sorprendió súbitamente cuando de un jalón pasó a verse abrazada por el chico,sintiendo como la retenía contra su cuerpo.Si bien podría haberse liberado empujándolo o algo así,sabía que eso la llevaría a otra inevitable discusión,y no quería perder tan rápido el ánimo que tanto le había costado reunir.
Sin embargo,al oir la pregunta que él le había hecho,sintió que era un conflicto ineludible que ella solo luchaba por postergar hasta el punto en que terminara olvidándosele.Suspiró y bajó sus orejas,ahora cubriendo gran parte de su rostro.*
-Pues,por nada en realidad,tú dijiste que lo dejáramos,tú deberías saberlo¿no?-
*Dijo volteando el rostro,no por resentimiento o ira,si no por que en ese tipo de situación,el contacto visual la hacía llorar.Al parecer había salido bastante defectuosa.*
-Supongo que has de haber tenido tus motivos Sei-kun.-
*Dijo aún sin mirarlo,mientras se sentía más ahogada que cobijada en el calor que aquel abrazo aunque sin ánimos de escapar de él;sabía que cuando la respuesta no lo satisfaciera o no quisiera responderle,la soltaría,y por el rumbo que estaba tratando de tomar con la conversación,eso no demoraría mucho.*

-Hm, ok, creo que ya agarré por dónde va –susurró perfectamente audible, asintiendo para sí mismo, pero no le pidió siquiera permiso cuando sus manos bajaron hasta la cintura femenina para alzarla de un solo movimiento rápido, sentándola al borde de la mesa, de modo que él pudiera colocar sus manos a sus castados sobre la madera, considerándolo un momento–... A ver, dame chance que soy hombre y me cuesta entender la mentalidad femenina –suspiró por lo bajo, contando mentalmente hasta diez–. Te incomodó lo que pasó ayer en la noche, ¿cierto? Te sentiste rechazada y ahora seguramente piensas que no me gustas o no me atraes..., ¿estoy en lo correcto, o no? –casi afirmó, y sólo casi, porque no quería ser tan arrogante para darlo por sentado.

Por otro lado, tenía la ligera espinita de que, más que seguramente, ella no respondería, o le costaría trabajo hacerlo. Era como una niña pequeña y tierna. Por eso le tomó suavemente del mentón, haciéndola voltear lo suficiente para que pudiera él verle el rostro, aunque ella no quisiera ni alzar la vista, y procedió a explicarse.

-¿Crees que si no me gustaras te habría sacado del Pet Shop...? –comentó quedo, con cuidado y suavidad, pues no hacía falta alzar mucho la voz por la distancia, con el rostro de ella ahora a la altura del de él, y se aprovechó de aquello para rozar sus labios con los suyos con igual gentileza, sin exigirle nada a cambio–. Hablo en serio, sólo darme un par de días, ¿sí...? Al menos hasta acostumbrarme a tu presencia aquí... si dejo que esto corra rápido se transformará en algo sin sentido, y tú no mereces ser tratada como una amante en turno..., ¿no crees...?

*Se sintió asustada y con ganas de patalear cuando el chico la levantó,lo cual se le olvidó cuando la dejaron sobre la mesa,aunque aún con esa sensación incómoda de estar atrapada.
A medida que el chico no solo trató de entender lo que le había ocurrido,si no que había dado en el clavo se iba calmando,asintiéndo a medida que el iba descubriendo los motivos de su angustia.Sintió su mano haciéndola mirar directamente a sus ojos,y luego sin previo aviso,sus labios tocar los de ella lo que ante la imposibilidad de desviar la mirada,logró que unas lágrimas se le escaparan sin querer que el las viera.Por suerte sus manos estaban libres y pudo secarse los ojos con el dorso de la mano antes de que Seishiro lo notara.*
-No se si es que merezca algo,pero no quiero que me veas como una amante de turno...-
-...Quisiera que me vieras como tu amante definitiva.-
*Pensó,en un arranque de egoísmo.Al final concluyó que ahora no andaba para esos derroteros y que lo mejor era aprovechar cada momento con Seishiro que tuviera.*
-Tienes el tiempo que quieras Sei-kun...no te preocupes...-
*Dicho esto se abrazó a el,sonriente mientras sus brazos trataban de abarcar el cuerpo de él y acercarlo a ella sólo para sentir su prescencia más cercana.Lo amaba,pero ahora empezaba a dudar si por su programación o por que de verdad su corazón así se lo dictaba.*

-Oye –sonrió algo tentado, pero aguantándose porque luego intuyó, quizás reír no fuera lo más apropiado en aquel momento–, sólo tenme algo de consideración, ¿quieres? Que no se te olvide que soy hombre, no voy a poder adivinar siempre lo que cruce por tu cabecita... –susurró como arrullo consolador, acariciándole un instante los cabellos claros como si se tratara de una pequeña, quizás fuera sólo el cariño inconsciente que comenzaba a tomarle cada vez que la miraba de esa manera, tan vulnerable–... Por eso necesito que me prometas que cuando algo te moleste, vas a, al menos, intentar decírmelo.

*Se secó las lágrimas de el rostro con el dorso de la mano y luego miró a Seishiro,sonriente,aunque aún con las mejillas algo húmedas producto del llanto silencioso de hacía un rato.Apoyó sus manos con cuidado sobre las de Seishiro,las cuales cargaban el peso de él en el mueble,y las acarició con sus pulgares,con ternura,por un instinto ignorado quizá de su parte.*
-Prometo que cuando algo me moleste mucho al menos intentaré decírtelo.-
*Dijo para luego acercarse a su rostro y besar sus labios lentamente y con dulzura,mas que nada a modo de promesa con el chico,ya que aún desconocía la existencia de la promesa del dedo meñique o los contratos ante notario.
Luego se separó con cuidado,temiendo que quizá podría sin querer subirle las hormonas al chico y de alguna manera acelerar el flujo normal de los eventos.Le sonrió y puso una mano en su hombro.*
-¿Qué quieres comer para el desayuno Sei-kun?-

-Hey, yo había preguntado primero –se sonrió de medio lado, tomando la mano que reposaba sobre su hombro para halarla, acercarla y robarle otro beso en los labios–. ¿Quieres algo dulce y ligero, o... prefieres otra cosa? –insinuó bien adrede, divertido de cierta manera.

Aunque sabía y tenía la tranquilidad de que por más que la incitara, no llegarían muy lejos, o al menos él no lo permitiría, aún se mantenía firme en su postura con ella, y quería e iba a cumplirlo.

*Le correspondió el beso,apoyando sus manos en los hombros de él,y luego separó mientras sus orejas hacían de metrónomo.Bajó de la mesa y pasó sin dificultad por el diminuto espacio que había quedado entre esta y Seishiro,sin hacer contacto con ninguno de los dos.*
-Dulce y ligero está bien Sei-kun.-
*Dijo con una sonrisa traviesa mientras miraba por toda la cocina buscando algo adecuado para desayunar;si bien había mucha comida,hay cosas que son mejores para el desayuno que otras.*
-Sí,algo dulce,quizá unas tostadas y una taza de café y una de leche para mí...¿tú bebes café Sei-kun?.-
*Dejó la pregunta al aire esperando que Seishiro le respondiera,mientras sacaba del refrigerador el postre que habían guardado del día anterior.Ya tenía algo dulce,ahora sólo le faltaban las tostadas y que Seishiro le dijera si quería café u otra cosa.*

-Sólo si es con leche, sino cae muy mal para desayuno –le sonrió, negando divertido para sus adentros, aunque sólo le observó detenidamente mientras ella se movía dentro de la cocina, entretenido con la aparente hiperactividad de la niña a esas horas de la mañana… ¿Sería de baterías Duracel?–. Y... ¿sabes preparar desayuno...? –preguntó ladeando la sonrisa, quizás desde cierto punto, egocéntrica, aunque en realidad sólo tuviera curiosidad por ver si aquella conejita que apenas comenzaba a vivir de verdad, sabía sobre labores hogareñas.

*Comenzó a rebuscar en una repisa,sacando de ella mermelada,pan,una lata de café,una bolsa de azucar y demases,arrojándolos tras ella,sin prestarle atención alguna a su aterrizaje.En cualquier caso,era una preocupación men0or,ya que todo caía intacto uno sobre otro,formando una torre de dudoso equilibrio,meciéndose de lado a lado pero aún así en pie.
Estaba en eso cuando escuchó a Seishiro preguntarle sobre sus conocimientos culinarios.Sonrió confiada mientras seguía en aquella labor,buscando lo que le resultara necesario para preparar desayuno.*
-Ví un programa en la mañana y no parece gran cosa,sólo prendes un fuego,le pones un plato encima,luego le quiebras un huevo,le echas arroz y lo revuelves...¿o era prender en fuego el arroz,quebrarle un plato encima y revolverlo con un huevo?...bueno,lo recordaré en la práctica.-
*Dijo contenta,aún sin saber que como cocinera sería una de las mayores genocidas de la historia.*

-Eh... ¿P-Por qué no intentas comenzar por algo más sencillo...? –intentó persuadirla, quizás algo desconfiado y nervioso porque ella no fuera a hacer algo irreparable dentro de la cocina, porque el sólo escucharla le hacía rememorar viejas escenas que... era mejor no arriesgarse a revivir–... Luego podrás ir probando otras cosas más complicadas... ¿Qué tal sólo cereal...? O unas rebanadas de pan tostado con mermelada... –invitó tomando con cuidado todo lo que ella hubiera estado apilando para colocarlo sobre la mesada más prolijamente y mucho más a salvo de cualquier desastre.

*Alzó las orejas y volteó a mirar a Seishiro,sus ojos denotaban una especie de resentimiento y angustia,mientras jugaba con sus dedos,insegura.*
-¿No me tienes confianza acaso?
Si no crees que pueda lograr algo,no me relegues a otra cosa a prueba de tarados,me sentiré menospreciada,bien puedes ayudarme,para eso también estamos juntos;yo te voy a apoyar siempre que lo necesites,y te agradecería si tu lo hicieras de vez en cuando.-
*Suspiró,algo tranquila al saber que podía expresar lo que sentía en el momento en que ocurría.*
-Así que qué te parece si hacemos algo los dos juntos,¿vale?.-

-Eh... –balbuceó eternos segundos, sin hallar cómo explicarse, hasta que soltó el aire silenciosamente–, lo siento, la cocina no es algo que acostumbre hacer acompañado, me es incómodo –soltó al fin, sabiéndose con sus motivos, pues tantos años de vivir solo ciertamente creaban costumbres, otras más difíciles de quebrar que otras; y aunque fuese sólo para desestresarse y distraerse un poco, cedió–. Bueno, mira... intentamos algo más complicado, y si veo que te es muy difícil, te ayudo..., ¿te parece?

Por alguna extraña razón, tenía un mal presentimiento sobre eso, pero prefería no pensar en ello y dejarlo pasar. De momento, sólo quería que el tiempo corriera rápido para poder salir de aquel incómodo episodio.

-Trato hecho!-
*Exclamó sonriente,tomando algunas de las cosas que había sacado llevándolas un poco más cerca de la cocina mientras tarareaba.Estaba decidida a demostrarle a Seishiro que podía hacer muchas cosas y ser útil en muchas áreas además de ser un "animal de compañia".Quizá en realidad necesitaba demostrárselo a sí misma.*
-Veamos...era una cosa...como esta,y otra cosa llamada sartén...aquí!-
*Dijo mientras encontraba los utensilios que había visto en ese programa por la mañana.Si el italiano barbudo podía hacerlo,no había razón para que ella no pudiera.*

Tan concentrada estaba en lo que hacía, que ni siquiera fue consciente del tic nervioso que en ese entonces enfrentaba el pelirojo, tomando aire con extrema calma en un intento poco satisfactorio de llenarse de paciencia, toda la paciencia de la que fuera capaz en aquel momento. Ahora por primera vez, realmente temía por el futuro que le fuera a deparar a su cocina...

-... Mientras no explote nada... –susurró casi desapercibido, muy para sí mismo, pues realmente no esperaba que aquella conejita le escuchara. Más bien, no deseaba que le escuchara algo así.

*Escuchó el comentario del chico sin mucho interés mientras vaciaba unos huevos en un recipiente.La verdad le molestaba un poco la poca confianza de él,y sin pensar que quizá el chico sobrerreaccionaría le señaló la alacena mientras comenzaba a batir los huevos.*
-¿Puedes alcanzarme la canela?Le da ese BOOM! especial...oh! y una mecha china,no querrás que haga detonar esto de tan cerca Corazón Valiente...-
*Nada más acabó de batir los huevos le dirigió una sonrisa siniestra y puso la sartén al fuego,derritió un poco de mantequilla sobre esta y finalmente vació la mitad de los huevos batidos en dicha sartén.
Suspiró satisfecha y comenzó a partir unos tomates pequeños mientras los huevos acababan de tomar forma de tortilla,esperando para poder voltearla. *